Noticia publicada el 11 de junio del 2022 por La Tercera
Este año se cambiará la forma de contabilizar a la población inmigrante que habita en Chile y se intentará incluir a los extranjeros irregulares para tener un panorama completo y así transparentar una cifra más cercana a la realidad.
La última cifra oficial sobre la población extranjera que reside habitualmente en Chile es de 2020, la que muestra que 1.462.103 inmigrantes viven en el país. Este número implicó un alza del 0,8% respecto a igual fecha de 2019 y un aumento del 12,4% en comparación con 2018, considerando cifras actualizadas para ambos años (1.450.333 personas en 2019 y 1.301.381 personas en 2018).
Como es de esperar, la mayoría de los inmigrantes que vienen a Chile lo hacen por motivos laborales, buscando mejores perspectivas de vida para sus familias. Un reflejo de aquello es que este año los ocupados extranjeros superaron el millón de personas. En el trimestre febrero-abril totalizaron 1.010.808 personas. De ese total, 749.918 tienen un trabajo formal, mientras que 260.890 son informales. Así, la tasa de informalidad de los extranjeros es del 25,8%, y de los nacionales, del 27,2%.
“Aunque a nivel nacional la tasa de ocupación informal de inmigrantes es ligeramente menor a la de trabajadores chilenos, en el caso de los inmigrantes la tasa de ocupación informal es extraordinariamente alta en las regiones del extremo norte del país, lo que refleja una mayor concentración de la informalidad en ciertas zonas en ese segmento de trabajadores”, afirma el director del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC-UDP), Juan Bravo. En Arica y Parinacota, la tasa de informalidad laboral llega al 47,8%, mientras en Tarapacá alcanza al 52,1%.
Por nacionalidad, quienes encabezan los ocupados son personas de nacionalidad venezolada. No es de extrañar, puesto que desde 2017 son la mayor comunidad extranjera en Chile. Del millón de extranjeros con empleo, los venezolanos representan el 47,2%, totalizando 476.853 personas, según un estudio de OCEC-UDP sobre la base de las cifras del INE. Le sigue muy por debajo los peruanos con 179.517 (18% del total). En tercer lugar se sitúan los colombianos, con 110.296, el 11% del total, seguidos por bolivianos, con 73.305 (el 7,2% del total), y haitianos, con 49.791 (el 4,9% del total).
Por edad, el 86% tiene entre 25 a 54 años, lo que equivale a 864.921, mientras que solo el 6,5% tiene de 55 años hacia arriba, lo que se traduce a 65.940 personas. Bravo señala que “hay una proporción pequeña de población de tercera edad, ya que, en general, quienes migran lo hacen por motivos laborales y en función de la trayectoria esperada de ingresos en el país de destino en comparación al país de origen, lo que lleva a que la tasa de participación laboral sea mayor que la de los chilenos”, apunta el economista, quien además agrega que “los datos reflejan que entre los chilenos el 5,9% de los trabajadores tiene 65 años o más, mientras que entre los trabajadores inmigrantes solo el 1% está en este rango etario”.
Empleos no calificados
Dentro del análisis, Juan Bravo resalta que un factor “muy característico” del segmento de trabajadores inmigrantes es “su altísima tasa de subempleo por calificaciones. Estas son personas con educación superior completa, pero que trabajan en empleos de mediana o baja calificación”. De acuerdo con las cifras, 424.253 poseen estudios superiores completos, sin embargo, el 53,3% de ellos trabaja en empleos de mediana o baja calificación. Ese porcentaje es el 27,6% en el caso de los chilenos.
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Por nivel educacional, el 42% de los ocupados tiene educación superior completa y el 38% (383.988 personas) tiene secundaria completa. El 13% del total, que se traduce en 131.244 extranjeros con empleo, no tiene educación secundaria completa, y el 6,7%, 67.985 personas, posee educación superior incompleta.
El economista explica que el subempleo por calificaciones implica tener trabajadores que si bien se contabilizan en la estadística como ocupados, no están en pleno empleo, debido a una utilización insuficiente de sus competencias laborales y, por ende, generan un valor agregado menor al que podría aportar si realizaran un trabajo acorde con su nivel educativo. “El subempleo por calificaciones constituye una menor contribución del empleo y el capital humano al crecimiento del país, debido al desaprovechamiento de la plena capacidad productiva de los trabajadores y debe ser considerado como una forma de desempleo parcial”.
Por sector económico, en comercio trabajan 234.105 extranjeros, seguidos por alojamiento y servicio de comidas, con 109.293 personas; 95.867 en el sector de la industria manufacturera y en construcción, 89.168.
Ocupados al alza
¿Cuál será la siguiente barrera que superarán los inmigrantes? Juan Bravo afirma que si bien el empleo inmigrante sigue aumentando, su crecimiento anual ha estado exhibiendo una desaceleración desde mediados del año pasado. “Al trimestre febrero-abril 2022 el empleo de extranjeros creció anualmente menos que el empleo de chilenos, situación opuesta a la observada en los últimos años”. No obstante, añade que el empleo inmigrante debería seguir aumentando, “pero paulatinamente, en especial considerando el empeoramiento de las perspectivas económicas para Chile”.
En una entrevista con Pulso, el director del Servicio Nacional de Migraciones, Luis Eduardo Thayer, afirmó que el actual porcentaje del 15% como límite para que una empresa tenga trabajadores extranjeros es un obstáculo, porque es un porcentaje muy bajo. “Uno entiende que haya intención de proteger el empleo nacional, pero lo que estamos viendo hoy en día es un déficit de trabajadores en distintos sectores”, declaró.
Esa visión es compartida por Juan Bravo, quien argumenta que “es necesario modificar el artículo 19 del Código del Trabajo, que impone que a lo más el 15% de trabajadores bajo un mismo empleador pueden ser de origen extranjero. Esta cuota atenta contra la eficiencia y obstaculiza la contratación formal”. Para el economista, “lo razonable sería eliminarla, en línea con las recomendaciones de la Comisión Nacional de Productividad, porque desde el punto de vista técnico, no existen razones que justifiquen una cuota de contratación en función de la nacionalidad del trabajador”.
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